Maria Cosmes. La Costurera
       

 


En el proceso performático La costurera (2005), Maria Cosmes recupera elementos de performances precedentes para darles una nueva vida –y aquí se introduce de nuevo el concepto fundamental de la “reparación”, aunque esta vez sea en sentido literal-. En este proceso, parte de los pedazos rotos del vestido rasgado en Busto (cosas por las que nunca pedí perdón) y de los hilos rojos usados en Le lien est rouge. La acción consiste en reconstruir el vestido con dichos hilos, cosiendo en el aparador de una galería, a la vista de quienes pasan por la calle, mientras se proyectan en una gran pantalla imágenes de ambas acciones. Juega además con un elemento cultural muy importante, extraído de la mitología clásica, el mito de Las Parcas, aquellas que tejen el hilo del destino del hombre y deciden sobre el mismo. Maria se opone a esa idea fatalista con esa figura imaginaria y a la vez real de la Costurera que repara el vestido roto por la vida, reflejando aquí dos conceptos fundamentales en su labor artística: la “reparación” y, especialmente, la “modestia”. Al final del proceso, ella misma se presenta ante todos, con el vestido remendado, con algún trozo que falta y con las costuras muy holgadas por su propio cambio corporal; a pesar de todo, es la imagen viva de que esa “reparación” que tanto ha reivindicado es posible; pero también revela algo más profundo que subyace sutilmente a lo largo de todo su trabajo: la búsqueda de la identidad, de cómo construir la propia persona, identidad que se construye siempre en relación a los otros.

Hay todavía un aspecto más profundo que quiero destacar en esta “reparación”: a pesar del cuidado con el que recogió y guardó los restos del vestido después de la performance Busto, al recuperarlas para La costurera se dio cuenta que faltaba un gran trozo de forma triangular en la zona del pubis, que tuvo que completar con los hilos rojos y los carretes de coser que había utilizado en la performance Le lien est rouge. El agujero tapado de este modo contiene así una fuerte carga simbólica en términos de impureza y de peligro, dado que el vacío del sexo es tapado por los carretes e hilos que habían pasado por las bocas de los participantes en esta última performance, teniendo pues una doble carga de ambigüedad sexual, otra de las formas que toman las relaciones interpersonales.


Carlos Pina
Comisario independiente
director de eBent, festival internacional de performance de Barcelona (2003-2010)
febrero 2013